LAS PEÑAS DE MI
PUEBLO
Qué sería de nuestras vidas si no
existieran Las Peñas!!
¿Quién no ha pertenecido a una
Peña o a varias? ¿Y quién no sigue perteneciendo a una todavía?
Es una iniciativa espontánea de
interrelación social desde que eres un niño, pasando por la adolescencia, salvaje
juventud hasta la madurez.
Todos tenemos esa necesidad vital
de formar parte de un grupo, de pertenecer a una seña de identidad colectiva
con la que sentirse cómplice, y lo más importante…
compartir con los tuyos esos momentos
de felicidad extrema que se viven en Las Fiestas Patronales.
Es emocionante la primera vez que
se organiza un grupo denchavales/as para hacer una nueva Peña.
Primero hay que elegir el nombre.
Divertidísimo proceso de propuestas, contrapropuestas, debate, disidencias…y al
final consenso. Todo un “ brain storming juvenil”.
Luego hay que definir el uniforme
para Fiestas…¿Qué nos ponemos?
¿Mono? ¿pantalón y camiseta?
¿camisa y chaleco? ¿polo y bermudas?
¿y qué color? ¿uno a piñón fijo?
¿dos discretos? ¿multicolor llamativo?
Y ahí no acaba la cosa…quedan los
complementos…
¿Nos ponemos sombrero? ¿diademas?
¿O mejor pañuelos al cuello?
Y por último…hay que buscar un
local donde asentar el “campamento base”.
En este capítulo han cambiado
mucho las cosas, porque ahora el tipo de local más frecuente suele ser un
garaje. Pero antes te tenías que apañar con una cuadra, un granero o un pajar.
El ritual veraniego de preparar
el local, limpiarlo, acondicionarlo y decorarlo, era una fascinante misión de equipo que daba mucho
juego y se convertía en fuente de apasionadas aventuras y desventuras con las
que se podrían rellenar páginas y páginas de relatos de verano.
Hay que decir que antes éramos
muy sufridos, porque nos valía cualquier local que nos dejaran aunque tuviera
“huéspedes”…me refiero a esa amplia gama de pequeños bichejos tan típicos de la
biodiversidad rural (pulgas, moscas, mosquitos, arañas, escarabajos, cortapichas…
sin olvidar algún que otro roedor o
reptil de turno)
Por tanto, la primera fase era la
aniquilación y evacuación forzosa de estos intrusos a base de zotal y otros
remedios caseros de corte agresivo, como cal hirviendo en techos paredes y
suelos, para fosilizar a semejante fauna.
A partir de ahí, empezaba la
segunda fase…”decoración de interiores”, a base de elementos tradicionales como
ramas, costeros o cañizo, y una larga lista de objetos y utensilios que
ingeniosamente acoplábamos en La Peña como trillos de madera con piedrecitas
incrustadas, aperos de labranza, palés, y tresillos de segunda o tercera mano…
No podían faltar, las por
entonces novedosas bombillas de colores.
.-La roja para el reservado!!- decía
una voz, y algún primillo más pequeño que andaba por allí preguntaba
impertinentemente .-¿Y qué es el
reservado?- Se hacía el silencio, hasta que otra voz decía –Es un almacén para guardar la comida, como la despensa de tu casa- Y volvía a
preguntar -¿Me dejáis verlo?- Otro
silencio y cruces de miradas embarazosas entre peñistas…-Eso es un secreto…vamos niño, a jugar con la pelota a la calle-
Luego venía tu tía y te decía: -¿Qué es eso que habéis hecho en La Peña que
dice tu primo del “almacén de los secretos”?...Sin comentarios.
Pero la pieza estrella era la
cuba para la limonada, que se preparaba en vísperas de Fiestas. Era una ceremonia
muy entretenida y alegre, porque a base de probar para ver que ingrediente
faltaba o sobraba, a uno se le iba encendiendo la chispa por dentro…
Todas las peñas querían hacer la
mejor limonada, para llevarse los honores tras la visita de la comitiva oficial
de festejos, el sábado por la tarde.
Eso sí, después de la noche del
sábado, era poco aconsejable catar la limonada, ya que hordas de beodos forasteros
, en su delirio etílico se empeñaban en
sumergir bajo la limonada submarinos de dudosa procedencia. Me refiero a la
retahíla de objetos variopintos que aparecían dentro de la cuba cuando acabadas
las fiestas, se vaciaba para limpiarla…
Sin embargo, hay que reconocer,
que las Peñas de antaño se lo curraban…Eran verdaderos “locales temáticos”, y
para muestra un botón: “La Peña El Terror”:
Era yo un renacuajo cuando visité
aquel fascinante escenario convertido en un auténtico pasaje del terror. Un
laberinto de estrechos pasillos con calaveras y sarcófagos que escondían en su
interior tenebrosas criaturas de la oscuridad, desembocaban en un patio abierto
cuya única techumbre era una gigantesca tela de araña urdida a base de cuerdas
con un realismo estremecedor. Justo del mismísimo centro colgaba de un hilo
invisible una espeluznante araña de mirada siniestra e inquietante cuyo aspecto
perturbaba mi calma.
No podemos dejar olvidado en el
tintero los originales medios de transporte de Las Peñas… Quién no recuerda la
legendaria Guagua de Los Ture, aquel autobús de época amarillo limón con azotea
incluida, donde se encaramaba la charanga mientras el personal bailaba jotas
segovianas desafiando la maltrecha amortiguación del aparato.
O la Multibici del Terror, aquel
artilugio de tecnología punta que albergaba sobre un eje longitudinal media
docena de bicis transversales cuyos pedales transmitían su movimiento con un
complejo sistema de engranajes para el desplazamiento lineal pilotado desde el
frontal por el timonel de la tripulación.
Algunos recordaréis el frenético
descenso de este bólido por La Cuesta de La Paja en una noche de Fiestas, con
La Multibici abarrotada de gente, que iba saltando del vehículo, a medida que
iba cogiendo velocidad. Cuando quisimos frenar a contrapedal ya no había manera
de meter pie en aquella turbina giratoria que parecían las aspas afiladas de la
turmix que usaba mi madre para picar la
carne.
A tropecientos por hora pasamos a
milímetros de los coches aparcados en la prolongación de la calle, vislumbrando
un fatal desenlace con la llegada al final del trayecto donde aguardaba al fondo
el callejón tupido de zarzas y matorrales que desembocaba en el río Mulas. Pero
en el último suspiro, la pericia del hábil timonel evitó un aterrizaje
catastrófico mediante un giro prodigioso de manillar que hizo clavar este en la
fachada de lo que hoy es el Hotel Zaguán, dejando un surco de mella del que
salieron chispas!! Calle atrás quedó un reguero de contusionados polizones que
abandonaron la nave en pleno descenso, presas del pánico…en fin…cosas de
Peñas!!
Seguro que tú, que estás leyendo
esto, recuerdas mil y una anécdotas vividas en el seno de una Peña de Turégano…
¿EL TERROR, LOS TURE, LOS
APACHES, LOS CHUPETES, LAS TITITIS, LOS VERBENAS, LOS RISCAS, LA BANDA, LOS
POBRES, EL ZODIACO, LOS WRACANS, LOS KAMIKACES…? Son peñas de otra época…
Ahora estamos en la era Aquarius,
de un pueblito bueno llamado Turégano, pero Las Peñas siguen dando color a
nuestras Fiestas…
VIVA LAS PEÑAS DE MI PUEBLO!!!
LUISMI SIN FRONTERAS
Luis M.
Peromingo “camisero”