martes, 31 de marzo de 2015

UN MISTERIO MUY INTIMO


No podía sacar de mi cabeza aquel pensamiento empecinado que daba una y mil vueltas como un vetusto carrusel de feria.
Es la fuerza que todo misterio encierra y pone a prueba la curiosidad más profunda que te lleva irremediablemente a una pertinaz búsqueda que descifre su secreto.
El sentido de la vista me sometía diariamente a una tortura silenciosa. Sólo verla me activaba las glándulas, saturando mi boca de saliva.
Su aspecto, tan esponjoso, con esa piel de canela tibia, me daba una especie de paz interior, imaginándola mía aunque fuera por un solo minuto.

Aquella semana, no deje de observarla cada día a través del cristal del ventanal que daba a la calle. Cuando acababa mi jornada me sentaba en la parada del bus que estaba justo enfrente del campo visual que me permitía verla exactamente en el centro, rodeada por el resto de sus compañeras.

Tan apetecible me parecía a la vista, que enloquecía por momentos intentando imaginar su sabor en mi boca. Ese misterio era digno de necesaria respuesta... ¿Que sensaciones despertará en mi universo degustativo? ¿Será suave vainilla?  ¿vino afrutado? ...o quizás miel de arce? … ¿Y si tiene un ligero y travieso toque a cardamomo? Pero ¿Puede que sea puro almíbar?

Tantas cábalas no cabían en mi cabeza... 

No era un impulso táctil. No. No era un deseo de tocarla ni acariciarla...
No tenía intención de oirla, no. No era su timbre lo que me conmovía.
Quizás una ráfaga de su aroma me clamase...pero lo que me oprimía era la necesidad de desvelar su sabor, su esencia definitiva...
Me había convertido en un esclavo bajo la tiranía de mis papilas degustativas.

Quería salir del atolladero, y decidí actuar...
Pero de repente, me atormentó la idea de ser rechazado... ¿Y si ella no quiere?

Me acerque lo más que pude al escaparate de la fachada y fijé descaradamente la mirada en ella sin rubor alguno.
El tiempo pareció detenerse. Allí estábamos los dos frente a frente separados por una cortina de vidrio gélido. Ella permaneció inmóvil, impasible ante mi presencia, pero curiosamente su aspecto me trasmitía complacencia... algo muy difícil de explicar con palabras...un sí pero no...un no pero sí...

Sin darme ni un segundo más al devaneo, me dirigí a la puerta y agarrando el pomo dorado entré con decisión...”Este misterio sensorial se va a acabar ahora mismo” pensé...

Me dirigí al mostrador y dije a la dependienta:  Quiero la torrija que tienes en el centro de la bandeja del escaparte...es para tomar.

FELIZ SEMANA SANTA!!! Que pilléis la mejor torrija posible QUINTOS/AS 88