domingo, 6 de octubre de 2013

LAS PEÑAS DE MI PUEBLO

Qué sería de nuestras vidas si no existieran Las Peñas!!
¿Quién no ha pertenecido a una Peña o a varias? ¿Y quién no sigue perteneciendo a una todavía?
Es una iniciativa espontánea de interrelación social desde que eres un niño, pasando por la adolescencia, salvaje juventud hasta la madurez.
Todos tenemos esa necesidad vital de formar parte de un grupo, de pertenecer a una seña de identidad colectiva con la que sentirse cómplice, y lo más importante…
compartir con los tuyos esos momentos de felicidad extrema que se viven en Las Fiestas Patronales.
Es emocionante la primera vez que se organiza un grupo denchavales/as para hacer una nueva Peña.
Primero hay que elegir el nombre. Divertidísimo proceso de propuestas, contrapropuestas, debate, disidencias…y al final consenso. Todo un “ brain storming juvenil”.
Luego hay que definir el uniforme para Fiestas…¿Qué nos ponemos?
¿Mono? ¿pantalón y camiseta? ¿camisa y chaleco? ¿polo y bermudas?
¿y qué color? ¿uno a piñón fijo? ¿dos discretos? ¿multicolor llamativo?
Y ahí no acaba la cosa…quedan los complementos…
¿Nos ponemos sombrero? ¿diademas? ¿O mejor pañuelos al cuello?
Y por último…hay que buscar un local donde asentar el “campamento base”.

En este capítulo han cambiado mucho las cosas, porque ahora el tipo de local más frecuente suele ser un garaje. Pero antes te tenías que apañar con una cuadra, un granero o un pajar.
El ritual veraniego de preparar el local, limpiarlo, acondicionarlo y decorarlo, era una  fascinante misión de equipo que daba mucho juego y se convertía en fuente de apasionadas aventuras y desventuras con las que se podrían rellenar páginas y páginas de relatos de verano.
Hay que decir que antes éramos muy sufridos, porque nos valía cualquier local que nos dejaran aunque tuviera “huéspedes”…me refiero a esa amplia gama de pequeños bichejos tan típicos de la biodiversidad rural (pulgas, moscas, mosquitos, arañas, escarabajos, cortapichas… sin olvidar algún que otro roedor o  reptil de turno)
Por tanto, la primera fase era la aniquilación y evacuación forzosa de estos intrusos a base de zotal y otros remedios caseros de corte agresivo, como cal hirviendo en techos paredes y suelos, para fosilizar a semejante fauna.

A partir de ahí, empezaba la segunda fase…”decoración de interiores”, a base de elementos tradicionales como ramas, costeros o cañizo, y una larga lista de objetos y utensilios que ingeniosamente acoplábamos en La Peña como trillos de madera con piedrecitas incrustadas, aperos de labranza, palés, y tresillos de segunda o tercera mano…
No podían faltar, las por entonces  novedosas bombillas de colores. .-La roja para el reservado!!- decía una voz, y algún primillo más pequeño que andaba por allí preguntaba impertinentemente .-¿Y qué es el reservado?- Se hacía el silencio, hasta que otra voz decía –Es un almacén para guardar la comida, como  la despensa de tu casa- Y volvía a preguntar -¿Me dejáis verlo?- Otro silencio y cruces de miradas embarazosas entre peñistas…-Eso es un secreto…vamos niño, a jugar con la pelota a la calle-
Luego venía tu tía y te decía: -¿Qué es eso que habéis hecho en La Peña que dice tu primo del “almacén de los secretos”?...Sin comentarios.
Pero la pieza estrella era la cuba para la limonada, que se preparaba en vísperas de Fiestas. Era una ceremonia muy entretenida y alegre, porque a base de probar para ver que ingrediente faltaba o sobraba, a uno se le iba encendiendo la chispa por dentro…

Todas las peñas querían hacer la mejor limonada, para llevarse los honores tras la visita de la comitiva oficial de festejos, el sábado por la tarde.
Eso sí, después de la noche del sábado, era poco aconsejable catar la limonada, ya que hordas de beodos forasteros ,  en su delirio etílico se empeñaban en sumergir bajo la limonada submarinos de dudosa procedencia. Me refiero a la retahíla de objetos variopintos que aparecían dentro de la cuba cuando acabadas las fiestas, se vaciaba para limpiarla…

Sin embargo, hay que reconocer, que las Peñas de antaño se lo curraban…Eran verdaderos “locales temáticos”, y para muestra un botón: “La Peña El Terror”:

Era yo un renacuajo cuando visité aquel fascinante escenario convertido en un auténtico pasaje del terror. Un laberinto de estrechos pasillos con calaveras y sarcófagos que escondían en su interior tenebrosas criaturas de la oscuridad, desembocaban en un patio abierto cuya única techumbre era una gigantesca tela de araña urdida a base de cuerdas con un realismo estremecedor. Justo del mismísimo centro colgaba de un hilo invisible una espeluznante araña de mirada siniestra e inquietante cuyo aspecto perturbaba mi calma.

No podemos dejar olvidado en el tintero los originales medios de transporte de Las Peñas… Quién no recuerda la legendaria Guagua de Los Ture, aquel autobús de época amarillo limón con azotea incluida, donde se encaramaba la charanga mientras el personal bailaba jotas segovianas desafiando la maltrecha amortiguación del aparato.

O la Multibici del Terror, aquel artilugio de tecnología punta que albergaba sobre un eje longitudinal media docena de bicis transversales cuyos pedales transmitían su movimiento con un complejo sistema de engranajes para el desplazamiento lineal pilotado desde el frontal por el timonel de la tripulación.
Algunos recordaréis el frenético descenso de este bólido por La Cuesta de La Paja en una noche de Fiestas, con La Multibici abarrotada de gente, que iba saltando del vehículo, a medida que iba cogiendo velocidad. Cuando quisimos frenar a contrapedal ya no había manera de meter pie en aquella turbina giratoria que parecían las aspas afiladas de la turmix que usaba mi madre para  picar la carne.
A tropecientos por hora pasamos a milímetros de los coches aparcados en la prolongación de la calle, vislumbrando un fatal desenlace con la llegada al final del trayecto donde aguardaba al fondo el callejón tupido de zarzas y matorrales que desembocaba en el río Mulas. Pero en el último suspiro, la pericia del hábil timonel evitó un aterrizaje catastrófico mediante un giro prodigioso de manillar que hizo clavar este en la fachada de lo que hoy es el Hotel Zaguán, dejando un surco de mella del que salieron chispas!! Calle atrás quedó un reguero de contusionados polizones que abandonaron la nave en pleno descenso, presas del pánico…en fin…cosas de Peñas!!

Seguro que tú, que estás leyendo esto, recuerdas mil y una anécdotas vividas en el seno de una Peña de Turégano…

¿EL TERROR, LOS TURE, LOS APACHES, LOS CHUPETES, LAS TITITIS, LOS VERBENAS, LOS RISCAS, LA BANDA, LOS POBRES, EL ZODIACO, LOS WRACANS, LOS KAMIKACES…? Son peñas de otra época…

Ahora estamos en la era Aquarius, de un pueblito bueno llamado Turégano, pero Las Peñas siguen dando color a nuestras Fiestas…

VIVA LAS PEÑAS DE MI PUEBLO!!! 

                                                                                             LUISMI SIN FRONTERAS
                                                                                             Luis M. Peromingo “camisero”